Por David Pugliese
Esta ilustración es un encargo de un querido amigo brasileño con quien hemos compartido gratas conversaciones, historietas, mucha música e incluso algúnos mates. Él fue alumno mío durante mas de dos años en el taller de Barcelona y al volverse a su país quería llevarse una obra como recuerdo.
El pez
Cuando hablamos sobre este encargo le pregunté qué le gustaría que dibuje y me sorprendió con la siguiente frase:
“Lo que tú quieras”
Al principio me descolocó un poco, a veces tanta libertad nos nubla, pero luego me puse a pensar en algo que me inspire y se me ocurrió pintar una escultura. Eso es algo que hice varias veces y además da mucho juego con respecto al dibujo y al color.
Generalmente busco referencias en libros o algúna imagen de internet pero luego me vino la idea: ¡Voy a hacer una escultura de Barcelona! Esta maravillosa ciudad está llena de monumentos, estatuas, molduras, e incontables detalles arquitectónicos dignos de ser retratados. Enseguida pensé en una de mis favoritas: La Fuente de la Maja Madrileña, de Lluís Montané Mollfulleda, más específicamente en los peces que la rodean (de los cuales sale agua por la boca si se pisa un botón que hay en el suelo y que poca gente ve).
Esos peces me conmovieron desde el primer momento en que los ví, siempre quise dibujarlos, asi que esta era la oportunidad.
Además es algo representativo de la ciudad, lo cual es aún más acertado.
Asi que allí me dirigí, al barrio Gótico. Tomé varias fotografías, y ya tuve la referencia para ponerme a trabajar en este encargo.
Lo primero es el dibujo
Garabatos y esquemas geométricos siempre son un buen comienzo para estudiar la forma y encontrar una composición interesante.
Aunque había una condición: el original no podía ser mas grande que una hoja A4.
La composición triangular me pareció lo mas acertado, porque tiene impacto y porque me permitiá centrarme en la cara del pez.
El dibujo está hecho en un papel multitécnica de 200 gramos con un lápiz HB para plantar la figura y sugerir sombras y un 2B para definir la línea de contorno.
Una vez terminado el dibujo, el papel es pegado con cinta de de enmascarar (de pintor) a una madera fina (conglomerado, fibrofácil) para que resista la humedad y las capas de agua y permanezca tensado.
Comienzo a dar las primeras capas de color.
La escultura originalmente es de mármol blanco pero si miramos con atención es evidente que este color se ve influído por la luz y por el entorno. Para interpretar pictóricamnete esta sensación hay que observar las variaciones de grises cromáticos y sobre todo las sombras, que es donde ocurre este fenómeno físico.
A partir de eso, el resto es interpretación.
La acuarela se trabaja con capas transparentes y la luz máxima es el blanco del papel. Por eso es muy importante visualizar donde están las luces más intensas y allí dejar el “vacío” del papel.
Observando la foto se puede ver que la luz viene del lado izquierdo. Como es la luz del día, o sea, del sol, es una luz cálida.
Eso me dió la pauta para comenzar pintando el lado derecho con una sombra fría, azul celeste y el lado izquierdo con un gris cromático* cálido.
Cuando la figura ya tiene su primera capa de colores y volúmenes evidenciados es momento de empezar a manchar el fondo.
*Cromático significa que está preparado en la paleta con mezcla de colores (azul, rojo y amarillo).
Continuando con el fondo, agrego más color con mucha agua, dejando que se mueva y que corra con total libertad. La idea es lograr diversos valores claros y oscuros pero que tengan la impronta de la mancha.
Luego de que la primer capa esté seca (suelo esperar varias horas o a veces hasta el día siguiente porque no me gusta utilizar secador de pelo para apurar el secado) vuelvo a pintar los volúmenes de la figura, acentuando los valores intermedios y dandole profundidad a las sombras. También pinto el fondo con mucha agua y mucho color.
En el detalle pueden verse las manchas chorreadas y salpicadas para lograr textura y movimiento. Siempre con capas transparentes, nunca empastando.
En el trabajo terminado pueden apreciarse los últimos detalles de color: verdes, ocres, amarillos y violetas. Dandole profundidad a los grises y tratando de acentuar los volúmenes.
El final feliz de este encargo es que luego de haber acordado un precio seguimos conversando y él me contó que, entre otras cosas, tenía que vender su guitarra porque no podía llevar tanto equipaje. Asi que se me ocurrió decirle si cambiábamos la ilustración por la guitarra y me dijo “Sí, claro, con todo gusto”. Muchas gracias, amigo.